La discriminación ataca el corazón mismo de lo que significa ser humano. Discriminar es dañar los derechos de alguien simplemente por ser quien es o por creer en lo que cree. La discriminación es nociva y perpetúa la desigualdad.

"La calidad de vida en una sociedad se mide por la capacidad de incluir y por el respeto a todos, y la madurez se alcanza cuando la inclusión no se percibe como algo extraordinario, sino como algo normal". PAPA FRANCISCO.